En Estados Unidos las revelaciones de espionaje masivo llevado a cabo por la Agencia nacional de Seguridad, NSA, en nombre de la seguridad nacional no parecen preocupar demasiado a la ciudadanía estadounidense.
De acuerdo a una encuesta de opinión llevada a cabo por el Centro de Investigaciones Pew a mediados de julio, el 50% de los estadounidenses está de acuerdo con que el gobierno estadounidense colecte información electrónica sobre los ciudadanos como parte de la lucha contra el terrorismo. Un 44% se manifestó en contra.
En Canadá una noticia que no causó demasiada reacción fue la demanda del gobierno estadounidense de que sus policías en Canadá sean exentos de las leyes del país.
La presencia de policías estadounidenses trabajando en suelo canadiense causó la reacción del diputado liberal Sean Casey, de la circunscripción de Charlottetown, en la provincia de la Isla del Príncipe Eduardo.
En un artículo de opinión en el sito Huff Post Canadá, él declara enfáticamente que los policías estadounidenses no tienen lugar en suelo canadiense.
Casey escribe que hace unos años, Stephen Harper nos dijo que cuando acabe su mandato como primer ministro, no reconoceríamos Canadá. Cuán ciertas y alarmantes se han convertido esas palabras.
En los relativamente cortos siete años de Harper en el gobierno, hemos visto la americanización de nuestra democracia parlamentaria. Ahora tenemos “listas de enemigos”, anuncios publicitarios gubernamentales que ignoran cifras y datos, y un clima de constante negatividad y división.
También hemos visto la americanización de nuestro sistema de justicia donde los hechos y las pruebas son sustituidas por las “corazonadas”, y por una obsesión con la retribución.
Ahora estamos asistiendo a la americanización de nuestras fuerzas del orden. Policías estadounidenses armados ahora operarán en suelo canadiense.
El diputado liberal Sean Casey continúa diciendo que poco a poco, de un acuerdo a otro, Canadá está cediendo cada vez más su soberanía en nombre del comercio. Para los conservadores, nada de esto es una amenaza a nuestra soberanía, como si el mero hecho de decirlo fuera suficiente.
Consideremos este escenario de fantasía, escribe Casey: oficiales de la Policía Federal canadiense que detienen en Buffalo, al otro lado de la frontera, un auto con ciudadanos estadounidenses.
Se puede imaginar la expresión horrorizada de los neoyorquinos, que se ven obligados a reducir la velocidad en su carretera interestatal para ser saludados por un sonriente oficial de la Policía Montada canadiense que va a inspeccionar su auto, hacer preguntas sobre su lugar de residencia, de dónde vienen, además de preguntas similares como parte de un programa de seguridad fronteriza.
Por supuesto, nunca se produciría esta escena. Estados Unidos protege obsesivamente su soberanía.
Pero aquí, en Canadá, los agentes de policía estadounidenses armados tendrán el poder de detener a los canadienses, en Canadá, y podrán inspeccionar, controlar y hacer preguntas.
Una vez más, los conservadores nos dirán que un policía armado estadounidense en Canadá tiene que ver con el comercio, el empleo y la seguridad, no tiene que ver nada con la soberanía.
Si esto fuera cierto, entonces ¿no podemos esperar ver a policías canadienses deteniendo a estadounidenses en Buffalo?
No creo que los canadienses quieran policías estadounidenses operando y llevando armas en Canadá. No es justo. Harper prometió que cuando acabe su mandato, no reconoceríamos a Canadá. Tal vez deberíamos acordarnos de esto cuando un policía estadounidense nos detenga e interrogue en nuestro propio país, dice finalmente y preguntó por un oficial de, en nuestro propio país, dice finalmente el diputado liberal Sean Casey, de la circunscripción de Charlottetown, en la provincia de la Isla del Príncipe Eduardo.
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