Artesana haitiana
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Artesanos haitianos hacen llegar sus productos a Canadá

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A medida que se acerca la Navidad, quien pase frente a una vitrina de los almacenes Hudson Bay en Montreal o Toronto podrá apreciar productos hechos a mano por los artesanos haitianos. Ese es el resultado de los esfuerzos de la empresa de carácter social Brandaid, que mediante este proyecto busca hacer llegar el trabajo hecho a mano de los artesanos en las naciones pobres a los consumidores en países ricos como Canadá.

La intención es reducir la brecha entre los consumidores y los artesanos en los países llamados “en desarrollo”.

Brandaid logró convencer a la cadena de tiendas Hudson Bay a que ofrezca a sus clientes objetos hechos a mano por artesanos haitianos. Esto como un intento de dar trabajo e ingresos a los pobladores de Haití, país que aún no ha logrado recuperarse del devastador terremoto ocurrido hace más de tres años.

Cameron Brohman, presidente y cofundador del Proyecto Brandaid señaló que los canadienses podrán ver productos que no se parecen en nada a las demás productos disponibles en esos almacenes ya que se trata de exclusividades diseñadas por canadienses y hechos por maestros artesanos haitianos.

“Esta colaboración ha producido resultados muy interesantes, diseños de aspecto novísimo», dijo en una entrevista con la televisión pública canadiense.

Los almacenes Hudson Bay han puesto a la venta almohadones hechos a mano, colchas, artículos para el hogar y objetos de decoración hechos en Haití por los artesanos a quienes se les ha pagado por adelantado por lo menos el 25 por ciento del precio final de venta.

Según la organización, para los artesanos el beneficio es inmediato. Sus ingresos aumentan entre un 50 y un 100 por ciento, lo cual les permite comprar un terreno o dar trabajo a otros artesanos.

La iniciativa de Brandaid surgió de una conversación entre Brohman y un viejo amigo, Tony Pigott, presidente de la firma de publicidad J. Walter Thompson sobre cómo superar la brecha entre la riqueza artesanal en las economías en desarrollo y los consumidores globales.

Según Brohman, que quiere que su compañía social tenga utilidades para seguir operando, los países pobres tienen lo que él llama economías artesanales y los productos que producen tienen un gran atractivo para los consumidores en los países ricos. El problema que tienen es que les falta capacidad para el mercadeo a escala internacional y mayor innovación en el diseño. Eso es lo que hace Brandaid, dice el empresario con ambiciones de sensibilidad social.

Brandaid está analizando los resultados de su experimento como proveedor de artesanías a la cadena de almacenes Hudson Bay y tiene planes para llevar esta iniciativa a otros países en desarrollo. La idea es ver si esta forma de comercio puede mejorar la suerte de la población en los países pobres.

Para algunos observadores, este tipo de proyecto tendrá una incidencia mínima en la vida cotidiana de la población en esos países. Otros piensan que el concepto tiene mayor potencial que la simple entrega de ayuda internacional.

Esta iniciativa es un eco de esfuerzos comerciales mayores que buscan una repartición más equitativa de las utilidades, como es por ejemplo la campaña del precio justo por el café y otros productos agrícolas, iniciativas que han tenido sus altos y bajos. Y a medida que se acerca la navidad, todos los argumentos son buenos para lograr una venta más.

Categorías: Artes y espectáculos, Economía, Internacional
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