Por siglos los inuit han llamado al Ártico su hogar, su lugar de origen. En las calles del pueblo de Inuvik, que tiene una población de cerca de 3.500 habitantes y se encuentra al norte del paralelo 68 en los Territorios del Noroeste, la gente se identifica como inuvialuits. Cuando se les pregunta quién fue el pueblo originario de estas regiones Árticas, las respuestas son similares. Ellos dicen que son los inuit.
Aunque las creencias son profundas, resulta que los inuit no fueron los primeros habitantes de estas regiones.
Un estudio publicado este jueves en la revista científica estadounidense Science mostró que los primeros seres humanos en asentarse en el Ártico canadiense no eran inuit, sino más bien los “paleo-esquimales”, un pueblo de Siberia sin relación genética con los inuit o los actuales pueblos de las Primeras Naciones.
Eske Willerslev investigador del Museo de Historia Natural de la Universidad de Copenhague es uno de los autores del estudio. Él añadió que con estos resultados finalmente queda aclarando un largo debate en la arqueología del Ártico sobre los paleo-esquimales. La interrogante era: ¿representaban ellos una población indígena diferente?
Los arqueólogos analizaron los restos encontrados en el Ártico y los compararon con el ADN de los antiguos inuit, así como con los de la población actual. El resultado es que no hay semejanza genética alguna entre los dos grupos.
Los paleo-esquimales vinieron de Siberia hace unos 5.000 años y se desparramaron desde Alaska hasta Groenlandia antes de extinguirse hace unos 700 años. Willerslev explicó que su extinción parecía coincidir con el momento en que los inuit empezaban a establecerse en el Ártico.
Max Friesen, arqueólogo canadiense que trabaja en la Universidad de Toronto, explica que este hallazgo coincide con las memorias de los inuits, ya que ellos todavía hablan de los tunit, el pueblo que ellos encontraron a su llegada al Ártico.
Eske Willerslev, biólogo evolutivo e investigador de ADN, sostiene que el aspecto más fascinante de este estudio es que se confirma algo que los inuit conocen desde hace siglos. La tradición oral inuit dice que los tunit eran muy tímidos y que huían cuando alguien se les acercaba. Willerslev afirma que de ahora en adelante prestara mucha más atención a las tradiciones orales de los pueblos indígenas.
Otro aspecto misterioso es que no hay ninguna señal que indique que los paleo-esquimales fueron exterminados mediante la violencia, pero Willerslev sostiene que es posible que ellos hayan contraído las enfermedades traídas por los inuit.
El por qué los paleo-esquimales no se unieron ni se reprodujeron con los inuit continúa siendo un misterio y una anomalía.
“Casi en todos los demás casos en que estudiamos el pasado, encontramos a grupos humanos que se encuentran con otros, que pueden entrar en conflicto, pero que también tenían relaciones sexuales entre ellos. Por alguna razón, esto no pasó entre los paleo-esquimales y los Inuits”, decía Eske Willerslev, quien añadió que los paleo-esquimales pueden haber tenido razones culturales para evitar el contacto con otros grupos humanos. Él encontró evidencia que prueba que los paleo-esquimales eran un grupo con altos niveles de consanguineidad, con muy poca diversidad genética, lo cual indica que muy pocos de ellos cruzaron el Mar de Bering desde Asia para establecerse en América del Norte.
Independientemente de las razones que llevaron a su desaparición, la supervivencia de los paleo-esquimales por más de 4.000 años muestra la gran habilidad y resistencia que tenían, a pesar de que probablemente pasaron gran parte de ese tiempo al borde de la extinción.
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