Un reciente estudio reveló que las cadenas de restaurantes de comida rápida han sido puestas a dieta por sus usuarios. Los negocios no van bien del todo.
La comida rápida, también llamada comida chatarra, y cuyo símbolo son las hamburguesas McDonald’s, o Burger King, o Harveys, o Wendy’s o el sinfín de nombres que tienen los lugares que dispensan esos productos, atrae a aproximadamente 4.300 millones de consumidores cada año.
Recientes estimaciones revelan que el volumen de ventas de este tipo de productos no aumentará por lo menos durante los próximos cinco años. El hecho de que las hamburguesas estén perdiendo su poder de atracción está obligando a las empresas transnacionales de la comida rápida a buscar nuevas estrategias y ofrecer nuevos productos.
Un ejemplo es un nuevo restaurante inaugurado en Sidney, en Australia. El lugar se llama “The Corner”, o La esquina. Y junto al nombre, en pequeñas letras, está la verdadera identidad del lugar. Es un Mc Café, uno de los nombres alternativos que ha tomado el gigante mundial de las hamburguesas McDonald’s, para diversificar el negocio.
En el lugar, de propiedad de la cadena McDonald’s, no se ven por ningún lado las hamburguesas Big Mac o los bocados de pollo empanizado y refrito, los Mc Nuggets. En su lugar el menú del restaurante ofrece tofú y quinua. Se trata de un experimento que, si funciona, será llevado a todos los continentes.
En todo el mundo nuevas ideas están siendo puestas a prueba en la industria de la comida rápida. Su crecimiento, que por lo general ha sido rápido, ha comenzado a perder fuerza de modo dramático.
En Canadá, la industria de las hamburguesas y las papas fritas está ingresando a un nuevo período. A medida que el crecimiento de las cadenas de comida rápida se hace lento, la competición por conseguir más clientes en esta industria, que mueve 23.000 millones de dólares por año, se hará más intensa.
La competición viene ahora de un sector insospechado. Son cada vez más las cadenas de supermercados que ofrecen comida ya preparada y lista para ser servida.
Muchas de las sucursales de la cadena Loblaws en Canadá ofrecen docenas de platillos listos para ser devorados. El cliente buscado es el que acaba de salir del trabajo, no quiere cocinar pero quiere comer en casa, y no quiere pagar los altos precios de un restaurante. ¿La solución? Comida caliente, lista para ser llevada a casa.
Según Robert Carter, investigador en mercadeo del NPD Group Canada Market Research, otro factor que está causando que la gente acuda menos a los restaurantes de comida rápida y explica al mismo tiempo el crecimiento de la venta de comida lista para ser servida en los supermercados es la situación económica de los canadienses.
Desde el año 2008, y la consiguiente crisis económica, los canadienses cuidan más sus dólares.
Pese a este panorama, las cadenas de comida rápida como Subway, Tim Horton y McDonald’s todavía están en expansión, tratando de arrebatarse recíprocamente a sus clientes mediante nuevas estrategias.
Por ejemplo, Tim Horton está elaborando nuevos productos para la hora del almuerzo y la cena, además de su especialización en el café y los muffins o magdalenas. Por su parte McDonald’s se aplica en darse a conocer como un lugar donde también se puede tomar un buen café.
Por otro lado, las ventas al volante continúan en aumento. Según los analistas, las cadenas de comida rápida aumentarán este tipo de servicio para la gente que no quiere bajar del auto y quiere tomar su café o comer su hamburguesa mientras maneja.
A esto se suman nuevos programas de fidelización de la clientela. Y lo que se apunta en el horizonte es la tendencia hacia un servicio personalizado, a la medida del cliente. Por tanto, aunque la comida rápida se hace lenta, no por ello va a desaparecer en un mundo en el que la velocidad parece ser la razón de vivir.
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