La reducción de los espacios de hielo en el norte canadiense parece seguir su curso, con la consiguiente incidencia que esto tiene en el hábitat de varias especies animales, que cuentan cada vez con menos territorio para habitar, procrearse y alimentarse.
En las últimas horas numerosas personas pudieron ver un video espeluznante, en el que un oso polar famélico no tuvo otra opción que devorar a una cría de su propia especie, ante la carencia de sus alimentos habituales.
El retroceso de las masas de hielo que cubren normalmente el norte del país y se extienden en el Polo Norte, debido principalmente al cambio climático y su efecto más nocivo, el recalentamiento global, es ya evidente, así como lo son sus efectos.
Además de los osos polares, cada vez más constreñidos a un territorio más reducido, otra especie que parece estar sintiendo ya los efectos del cambio del clima son las focas de Groenlandia.
Esta variedad de focas, que visita cada año una zona ubicada al norte de las Islas de la Magdalena, desplazándose por las aguas del Golfo de San Lorenzo, parecen haber faltado en esta ocasión a su cita. El dato no deja de revestir gravedad, ya que las hembras de esa variedad de foca suelen llegar a la zona para dar a luz a sus crías. Su ausencia en época de parir constituye a todas luces un problema mayor para la preservación de la especie.
La carencia de alimento por el calentamiento de las aguas reduce la existencia de especies marinas que constituyen la dieta principal de la foca gris, que debe competir ahora con otros animales para lograr su sustento.
Según los científicos de la agencia canadiense de Pesca y Océanos, es posible que las focas de Groenlandia se encuentren en Terranova, aunque esa especulación no ha sido confirmada y los diversos intentos por avistarlas no han dado resultado positivo hasta el momento.
La conocida también como «foca harpa» es codiciada no sólo por su piel, sino también por su carne, que es utilizada en Groenlandia para la preparación de una sopa tradicional.
En Canadá, la captura de focas ha generado disputas entre quienes ven en el animal su fuente de recursos para subsistir, como los cazadores y los indígenas inuit por un lado, y los grupos defensores de animales y ecologistas por el otro, que denuncian el peligro de la captura en exceso, en momentos en los que el número de ejemplares mengua considerablemente.
Durante la última década, Ottawa autorizó una cuota de caza muy por encima de los límites considerados como razonables. Sólo en 2007, por citar un ejemplo, las focas apresadas superaron con holgura los 165.000 ejemplares, cifra fijada como límite de preservación de la especie.
La situación de los osos polares no es en absoluto mejor.
Amenazados a su vez por la desaparición de los bancos de hielo en sus territorios habituales, estos animales se ven obligados a buscar comida aventurándose en zonas en las que no es normal encontrarlos.
Dos tercios de los osos polares existentes en el mundo se encuentran en Canadá, no es extraño entonces que, ante una reducción de su territorio habitual, la presencia de estos animales en “tierras extrañas” tenga como resultado encuentros cada vez más frecuentes con humanos, provocando alarma y poniendo en peligro tanto a las personas como a los animales.
Con datos de ici.Radio-Canada.ca
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.