Poco tiempo después del regreso de su viaje a China, es el turno del primer ministro de Canadá Justin Trudeau, de recibir de manera pomposa al primer ministro chino Li Keqiang hoy en Ottawa, quien se encuentra de visita oficial en Canadá hasta el 24 de septiembre.
Las relaciones entre ambos países fueron más bien frías durante todo el período en que los conservadores de Stephen Harper estuvieron en el poder, pero de repente se comienzan a volver más cálidas. Cabe preguntarse aquí ¿quiénes se benefician con el recalentamiento de las relaciones entre ambos países?
“Es seguro que él está presionado por ciertos sectores empresariales y financieros para que las relaciones entre Canadá y China sean mucho más sólidas”, afirma el politólogo Loïc Tassé. Empresas canadienses de los sectores mineros, agroalimentarios o financieros tienen mucho que ganar.
Grandes multinacionales como Bombardier, SNC-Lavalin o Power Corporation reciben seguramente “señales de sus homólogos chinos, que más respeto y amistad serían benéficas para la relación”, afirma Charles Burton, ex diplomático canadiense en China y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Brock de Saint Catharines, Ontario.
Y según Burton, para que las relaciones sigan siendo cálidas, las empresas tendrán tendencia a aconsejar al gobierno canadiense de no lanzar ataques frontales sobre temas como el respeto de los derechos humanos o el cyberespionaje.
Pero también está el peso de los empresarios chino-canadienses. “Casi todas las asociaciones canado-chinas son favorables a un acuerdo de libre comercio entre ambos países” dice el politólogo Loïc Tassé.
Justin Trudeau duda en lanzar negociaciones formales sobre un tratado de libre comercio a pesar de las recomendaciones del medio empresarial en ese sentido, afirma Jean Charest, abogado y ex primer ministro de Quebec. “China se ha convertido en un mercado ineludible para todos los países del planeta”, dice Jean Charest, ahora abogado en la firma McCarthy-Tétrault.
Pero todos están de acuerdo en que Justin Trudeau debe ser prudente y estructurar lentamente su nueva relación con China. El desafío más grande para Canadá es de establecer una verdadera reciprocidad comercial “con un país donde la regla de derecho no es siempre respetada”, dice Jean Charest.
El tema de los derechos humanos es el que más inquieta a organismos como Amnistía Internacional, que denuncia vigorosamente la pena de muerte y las violaciones a la libertad de expresión en China.
Radio Canadá/Louis Blouin
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