Las relaciones entre Quebec y Terranova y Labrador se enfriaron desde hace varias décadas, antes que esta provincia de la costa atlántica de Canadá forme parte de la federación canadiense en 1949. Su animosidad apenas velada, se debe a conflictos de límites territoriales y a la energía hidroeléctrica, que dejaron su huella a través del tiempo.
Es por esta razón que Philippe Couillard, primer ministro de Quebec, declaró el mes pasado que deseaba “enterrar el hacha de la guerra” sobre el controvertido proyecto hidroeléctrico de Churchill Falls.
Pero existe un profundo escepticismo y una gran desconfianza por parte de Terranova y Labrador, una provincia menos populosa que región metropolitana de Quebec. El primer ministro Dwight Ball, dice que está dispuesto a discutir con el gobierno de Quebec, si este está dispuesto a ayudar su provincia. Pero por el momento cualquier acercamiento está bien lejos, dice el primer ministro Ball.
Las conversaciones entre ambas provincias podrían desembocar eventualmente en una colaboración con respecto a proyectos hidroeléctricos para alcanzar las metas del gobierno federal en lo que respecta a las energías verdes.

Pero un punto que queda claro es que la provincia no tiene la intención de abandonar su demanda judicial sobre el acuerdo de Churchill Falls, que Terranova y Labrador considera como injusto.
El acuerdo firmado en 1969 le dejó ganancias de más de $ 26.500 millones de dólares a Hydro Quebec, que había invertido en el proyecto, mientras que solo 2.000 millones fueron entregados a Terranova y Labrador. El acuerdo termina en 2041 y la provincia presentó una demanda ante la Corte Suprema de Canadá para revocar el fallo de los tribunales quebequenses, que han rechazado todas las tentativas de renegociación.
El diputado progresista conservador Keith Hutchings, portavoz de la oposición en materia de Recursos naturales constata que el resentimiento contra Quebec es real. Se debe restablecer la confianza, dijo. Según él, Quebec frenó las ambiciones energéticas de su provincia en el transcurso del siglo pasado.

Este obstáculo empujó al ex primer ministro progresista conservador Dani Williams a firmar un acuerdo con Emera, una compañía de la provincia de Nueva Escocia para llevar a cabo el proyecto hidroeléctrico de Muskrat Falls, actualmente en construcción.
Por otra parte, la politóloga Valérie Vézina de la Universidad Memorial de Terranova, afirma que el conflicto fronterizo con Labrador en los años 1920 también jugó un papel en la animosidad entre las dos provincias canadienses.
Quebec nunca aceptó el reglamento del Comité Judicial del Consejo Privado en 1927, que estatuyó que la frontera sur de Labrador se encontraba situada en el paralelo 52, al norte del Ecuador. Esta frontera fue confirmada cuando Terranova entró en la federación canadiense en 1949. “Quebec siempre ha tenido la sensación que perdió una parte de su territorio. Mientras que para Terranova, Chuchill Falls, creó una gran tensión entre las dos provincias” dice la especialista.
Pero existen motivos para mejorar la relación entre las dos provincias, dice Allan Fogwill, de Terranova, presidente y director general del Instituto Canadiense de Investigación en Energía. La expiración del acuerdo en 2041 dejará a Terranova y Labrador la mayor parte de la energía producida por la central hidroeléctrica. En consecuencia, Quebec perdería sus ingresos en exportación y su vecino una ruta de transmisión que le permita sacar provecho del dinero proveniente de la hidroelectricidad.
Radio Canadá/Prensa Canadiense
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