Canadá recibe periódicamente una gran cantidad de trabajadores temporales que son esenciales para la marcha de un sector de la economía del país.
En muchas ocasiones, se trata de campesinos provenientes de diversos países de América Latina y el Caribe que llegan a estás tierras buscando un ingreso económico que no obtienen en su país de origen.
Pero esa fuerza de trabajo silenciosa, que aporta la mano de obra de la que Canadá carece, no siempre recibe el trato y la atención que merece, más allá del salario.
Consciente de esa situación, un sacerdote de la iglesia anglicana de Saint Alban’s, en la localidad de Beamsville, en el sur de la provincia de Ontario, decidió convertir a su templo en un auténtico centro de servicios gratuitos para los migrantes.
Entre otras asistencias, la iglesia les ha facilitado alimento, vestimenta, cuidados médicos y hasta les entregó más de 400 bicicletas, para que puedan desplazarse a sus empleos o por el pueblo.
Estos trabajadores, que en la región del Niágara llegan a la asombrosa cifra de 4000 personas, han permanecido invisibles para los habitantes de la zona, ya que las extensas jornadas de trabajo no les dejan tiempo para socializar, convirtiéndoles casi en esclavos de su empleo.
Los servicios médicos que les brinda la iglesia suplen la imposibilidad de recurrir al sistema sanitario oficial, por el temor a las represalias de algunos patrones contra los obreros que piden tiempo libre para ir al médico.
Los locales ignoraban la existencia de esta enorme masa laboral migrante, que realiza un aporte sustancial a la economía local y nacional y que incluso es responsable, en buena medida, de producir el alimento que se halla a diario en la mesa de muchos canadienses.
Alrededor de 40 voluntarios, entre choferes, mecánicos, médicos, enfermeras y traductores aportan su asistencia para intentar mejorar la vida de esos trabajadores migrantes.
De manera de facilitar la integración de esas personas, el padre Arias se ha preocupado en organizar visitas a la ciudad de Toronto y a las Cataratas del Niágara, en las que ellos puedan descubrir algo del país en el que pasan una parte de sus vidas.
El padre Javier Arias nos cuenta más detalles de esta maravillosa expresión de solidaridad, en entrevista con Luis Laborda.
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