Como ya es una costumbre, Canadá renueva su cita anual con la Fórmula 1, que se encuentra a horas de una nueva carrera en el circuito Gilles Villeneuve, en la Isla de Notre Dame.
En esta ocasión, el espíritu festivo del evento tiene un condimento extra ya que, por primera vez en 11 años, la competencia se llevará a cabo con un piloto local.
Lance Stroll, un joven de tan sólo 18 años, correrá en suelo canadiense por primera vez. Oriundo de Montreal, Stroll se encuentra en su temporada de debut en la que es considerada la máxima categoría del automovilismo mundial.
A bordo de uno de los coches de la escudería Williams Racing, el joven intentará lograr sus primeros puntos en lo que va del año. Desde su primera carrera, con el gran premio de Australia, Stroll logró culminar sólo 2 pruebas de las 6 en las que ya ha competido.
Eso le valió que surgieran voces de crítica, que señalaron que el muchacho se encuentra a bordo de un bólido sólo gracias al aporte económico de su padre, que amasó una fortuna en la industria de la indumentaria.
Como contrapartida, otros, incluyendo a la directora de la escudería, Claire Williams, han dicho que es necesario darle al piloto el tiempo suficiente para adaptarse a los rigores, exigencias, tensiones e incluso a la tecnología única que son comunes en nuestros días en la F1.
Tres campeonatos, en la Fórmula 4 italiana, en la Serie Toyota y la Fórmula 3 Europea son antecedentes que Stroll puede blandir a la hora de ocupar un lugar en la grilla, a pesar de su extrema juventud.
Distintos escenarios
La categoría se disputa en Canadá desde 1961, aunque recién en 1967 comenzó a otorgar puntos para el Campeonato Mundial.
La sede del circuito no fue siempre Montreal.
En los primeros años se corrió en la localidad turística de Mont-Tremblant, famosa por sus pistas de esquí. Luego, en los años 70, la prueba se llevó a cabo en la provincia de Ontario. En 1978 fue el debut del circuito callejero montrealense, con una victoria de Gilles Villeneuve, en cuyo honor fue bautizado más tarde.
El quebequense marcó el paso aquél día a bordo de una Ferrari, marca con la que conocería sus mejores horas de gloria y con la que también hallaría la muerte, durante la clasificación para el la carrera en Zolder, Bélgica, en 1982.
Durante la mayor parte de la década de 1990 y entre los años 2008 y 2011, hasta la llegada del Gran Premio de Austin, en Estados Unidos, Montreal fue la única carrera que la categoría disputó en América del Norte.
Pasiones y críticas
Como ocurre cada año, miles de personas se desplazan desde diversas partes del mundo para seguir el circo de la Fórmula 1 en Montreal.
En la mayor ciudad francófona de Canadá la carrera goza de un ambiente único, festivo, colorido.
Es común que en los días que preceden a la competencia los hoteles de la ciudad muestren un lleno total y los comerciantes del centro de la urbe se preparen para un nivel de ventas difícil de igualar en otros momentos del año.
La céntrica calle Crescent se convierte en vidriera de la Fórmula 1, con sus autos de colección, quioscos de publicidad y bares colmados de turistas ataviados con los colores de su escudería favorita.
Pero no todos ven con buenos ojos semejante despliegue.
A las habituales críticas sobre los efectos nocivos que la Fórmula 1 tiene para el medioambiente, no sólo por los gases contaminantes que emiten sus autos, sino también por el ruido de sus motores, este año se sumó la preocupación sobre la explotación sexual que el evento parece traer aparejada.
En los últimos días, hubo reportes periodísticos que hablan de un aumento de la oferta de comercio sexual en la ciudad cada vez que llega la categoría.
No obstante, otras versiones señalan que esa situación no ocurre sólo a la par de la Fórmula 1, sino cada vez que un evento de gran magnitud toma a la ciudad como escenario, por ejemplo, durante su afamado festival de jazz.
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