Una investigación de la Universidad McGill determinó lo que se gasta en cinco ciudades más grandes de Canadá en las personas sin hogar. Investigadores, trabajadores de refugio y la gente de la calle dicen que esos dólares se están gastando en los lugares equivocados. Y dan pistas para encontrar otras soluciones al problema.
EscucheEl costo de brindar servicios a las personas sin techo con enfermedades mentales en Canadá es tan alto que un equipo de investigadores de todo Canadá está sugiriendo que las autoridades busquen alternativas, ya que los programas actuales no están haciendo lo suficiente para acabar con la falta de vivienda.
El equipo, liderado por el economista de salud de la Universidad McGill, Eric Latimer, encontró que en promedio, cuesta más de $ 50,000 por persona por año ofrecer servicios en las tres ciudades más grandes de Canadá: Toronto, Montreal y Vancouver.
El estudio, que también examinó Winnipeg y Moncton fue publicado la semana pasada por CMAJ Open, la revista electrónica de acceso abierto de la Asociación Médica Canadiense.
Los investigadores anotaron los costos de servicios tales como vivienda de apoyo, tratamiento para el uso de sustancias, visitas al departamento de emergencias, viajes en ambulancia, admisiones en el hospital, presentaciones en la policía y en los tribunales, asistencia social e invalidez y encarcelamiento.
«Lo que nos dice es que hay mucho dinero que está contribuyendo a la causa misma de la falta de vivienda», dijo Matthew Pearce, presidente y director general de la Old Brewery Mission en Montreal. Este organismo ayuda a alrededor de 4 mil personas al año.
«Eso es mucho dinero por persona. Tendríamos que encontrarnos ante un impacto significativo para ese tipo de inversión, y no estamos viendo eso. No creo que vayamos a disminuir el número de personas sin hogar, no creo que encontremos aumentos significativos, en términos generales, en la calidad de los servicios a las personas sin hogar».
-Matthew Pearce, presidente y director general de la Old Brewery Mission
Pearce dice que esos números probablemente se aplican también a aquellos sin enfermedad mental.
Y que organizaciones como el suyo, necesitan ofrecer más que camas de emergencia.
Nos consideramos agentes de reinserción social. Sacar a la gente de aquí y volverla a la sociedad. Y la buena noticia es que ¡funciona! Y es mucho más barato trasladar a las personas a viviendas protegidas que mantenerlas en un contexto de emergencia o dentro de un refugio
El problema y sus costos
Los investigadores examinaron a 953 personas que participaron en el estudio como parte del proyecto At Home / Chez Soi /En Casa, entre octubre de 2009 y junio de 2011.
Los costos varían significativamente entre las ciudades. Los costos de la vivienda de apoyo fueron especialmente altos en Montreal, mientras que los costos por la policía y las presentaciones en los tribunales fueron mucho más altos en Toronto que en Montreal o Vancouver.
Esto es lo que cuesta en cada ciudad, en promedio, proporcionar servicios para una persona sin techo con enfermedad mental:
Vancouver – $ 53.144.
Winnipeg – $ 45.565.
Toronto – $ 58.972.
Montreal – $ 56,406.
Moncton – $ 29.610.
Los investigadores no incluyeron los costos de la medicación debido a la dificultad de obtener datos provinciales de salud, pero estimaron que, basándose en las cifras de Quebec, la medicación agregaría un promedio de $ 3,000 por persona al total.
Buscando soluciones
Los investigadores dicen que hay poca información disponible sobre el costo de la falta de vivienda en Canadá, y que con más de 235,000 canadienses que se encuentran sin un lugar para vivir en el transcurso de un año, eso es una limitación.
Los hallazgos sugieren la «necesidad de una respuesta integral» al problema, dicen – y la importancia de evitar que las personas vulnerables se encuentren en esa situación en primer lugar.
«De alguna manera, la falta de vivienda no es el problema, es un síntoma de un problema», señala Pearce.
«Es un síntoma de servicios inadecuados para las personas con enfermedades mentales. Es un síntoma de las opciones inadecuadas para la vivienda asequible para las personas.»
Kevin Hutcheson trabaja en la cocina de la misión sirviendo comidas calientes a otros clientes.
Se encontró sin hogar a principios de este año después de pagar del bolsillo medicamentos contra el cáncer. Cuando fue liberado del hospital después del tratamiento no tenía dinero ni lugar dónde ir.
Este es el último lugar en el que pensé que terminaría.
Aquí, él recibe comida caliente, y un lugar para dormir.
Pero planea mudarse a su propio lugar en las próximas semanas, con la ayuda de la misión.
A él le gustaría ver el dinero concentrado en la única cosa que él y miles de otros canadienses necesitan más:
¡Un hogar! Un lugar para alojarse, y un lugar para comer, un lugar para llamar «casa».
«Esa es una de las cosas que me gustaría ver cambiada, que hayan más propietarios, más agentes de alquiler dispuestos a arriesgarse con alguien que puede estar sin hogar», dijo.
«Sólo queremos un lugar donde podamos ir a casa por la noche».
Otros estudios han demostrado que el dinero invertido en programas de vivienda conduce a ahorros en servicios de salud, policía y desintoxicación
Y los defensores de ese modelo dicen que más fondos para vivienda permanente y servicios de salud mental podrían ayudar a alejar a algunas personas de convertirse en personas sin hogar.
La persona sin hogar
Una persona sin hogar, indigente o sin techo es una persona menor o adulto y de cualquiera de ambos sexos, mayormente varones, que carece de un lugar permanente para residir y se ve obligada a vivir a la intemperie, ya sea en la calle, o temporalmente en albergues, a causa de una ruptura encadenada, brusca y traumática de sus lazos familiares, sociales y laborales.
Entre los sin hogar, además de los problemas de salud física, también es habitual la existencia de problemas de salud mental. De igual modo que las adicciones, los problemas de enfermedad mental pueden ser causa o consecuencia de la situación en la que viven las personas sin hogar. La depresión es muy común, pero también hay personas que sufren algún tipo de paranoias, una alta cronificación o institucionalización o el síndrome de Diógenes. Este último probablemente es el más visible, ya que en la memoria de todos encontramos la figura típica de una persona sin hogar que arrastra un carro de la compra cargado con numerosos objetos aparentemente inútiles.
Algunos estudios indican que las personas sin hogar que padecen problemas de salud física o mental tienen menor probabilidad de solicitar las ayudas económicas públicas existentes, y por tanto es más difícil para ellos salir de la situación en la que se encuentran.
RCI/ Alison Northcott CBC/McGill/Wikipedia
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