La Real Policía Montada Canadiense goza desde siempre de un reconocimiento generalizado, no sólo por su vistoso y reconocible uniforme en el que resalta su chaqueta de rojo intenso y su sombrero de diseño único, sino por un prestigio que la acompaña desde su creación, a comienzos del Siglo 20.
No obstante, y aunque ese renombre parece bien ganado, la fuerza no ha estado exenta de críticas, sobre todo en lo referente a situaciones relacionadas con el abuso de género y la relación con las comunidades originarias del país.
Aires de cambio
En esa línea se enmarca una nueva estrategia de Ottawa, que busca modernizar la fuerza, eliminar la posibilidad de cualquier situación de violencia en el marco laboral y llevar a que la misma refleje de manera más acabada las características y composición de la sociedad canadiense, haciendo hincapié en su diversidad.
En tal sentido, la recientemente nombrada comisaria Brenda Lucki, la primera mujer elegida al comando del cuerpo de manera permanente, será la encargada de instrumentar los lineamientos incluidos en una carta que le envió el ministro de Seguridad Pública Ralph Goodale.

Brenda Lucki es la segunda mujer en llegar a la jefatura de la RPMC, pero la primera en ocupar el cargo de manera permanente. THE CANADIAN PRESS/Michael Bell
En contraste con situaciones que se plantearon en los últimos tiempos, en las que la Policía Montada fue cuestionada por su “inacción” para acabar con situaciones de abuso hacia algunos de sus miembros y de una relación conflictiva con las naciones originarias, la misiva ministerial sostiene que la fuerza debe “reflejar los valores y la cultura canadienses, como también contar con la confianza, confidencia y apoyo entusiasta de la gente a la que presta servicio”.
Según las cifras más recientes, publicadas el 2 de mayo de 2018, un total de 2739 mujeres que se desempeñaban en la RPMC presentaron una demanda contra la fuerza por “actos de acoso, intimidación o discriminación sobre la base de su sexo u orientación sexual”, tal como consta en el sitio web del evaluador independiente designado para estudiar los casos.
Puntos a mejorar
La comisaria Lucki asumió las riendas de la Real Policía Montada Canadiense a mediados de abril último, en medio de cuestionamientos a sus predecesores por la “cultura” de acoso y agresión imperante entre numerosos miembros de la fuerza.
Tan sólo un año antes, el ex jefe Bob Paulson se vio obligado a pedir perdón por las numerosas agentes policiales y empleadas femeninas de la RPMC que, durante décadas, fueron víctimas de discriminación o violencia.

La mujer tiene su lugar en la Policía Montada, pero su presencia no ha estado exenta de abusos y maltratos de diverso tipo. Foto: iStock.
Consciente de que la realidad debe mejorar Lucki sostiene, de todos modos, que la fuerza no atraviesa necesariamente por una crisis y que la situación de abusos es reversible si se adoptan las medidas adecuadas.
Pero, al mismo tiempo, alertó que el trabajo al que se enfrenta será arduo. El acoso y las agresiones, sexuales o de otro tipo, son actos que por lo general se llevan a cabo de manera solapada. En ese sentido, en diálogo con la agencia Canadian Press, la comisaria advirtió que “debemos establecer cuáles son las causas principales y actuar sobre ellas”.
En esa línea, Lucki destacó el rol que cada miembro de la policía debe jugar, no sólo involucrándose a cumplir y respetar los valores en cuestión, sino comprometiéndose a hacerlos cumplir por parte de sus colegas, oponiéndose y denunciando toda violación de los mismos.
Con 32 años de servicio en la Policía Montada, la comisaria reconoció haber vivido situaciones que no fueron del todo confortables, pero sostuvo que supo hacer frente a las mismas, lo que le otorga herramientas para ser mejor líder e invitó a sus camaradas a “aprender de los errores cometidos en el pasado”.
RPMC e indígenas: relaciones conflictivas
Previo a su llegada a la jefatura de la policía, Lucki prestó servicios en las provincias de Quebec, Ontario, Alberta, Saskatchewan y Manitoba.
Fue en esa última provincia donde ganó el reconocimiento por sus esfuerzos para mejorar las relaciones entre la fuerza y las comunidades indígenas, donde uno de los ancianos líderes la colocó bajo su “protección”.

Los choques entre la RPMC y la población son muy raros, pero la relación debe estrecharse aún más, según Ottawa. REUTERS/Chris Wattie.
En referencia a esa experiencia, de la que dijo haber aprendido mucho, la comisaria destacó que la transparencia, rendir cuentas y una comunicación clara son la clave para construir la confianza, pero advirtió que se trata de un proceso largo, imposible de concretar de la noche a la mañana, sino que “lleva tiempo confiar, lleva tiempo construir esas relaciones”.
Que el camino puede ser largo y sinuoso lo corroboró tiempo atrás la propia jefa policial, cuando tomaron estado público mensajes que miembros de la RPMC habían difundido a través de la red social Facebook, en los que se describía a los integrantes de las primeras naciones como “racistas” y “perezosos”. En una ocasión en la que un grupo se negó a evacuar su vivienda amenazada por un incendio, otros agentes de la policía se refirieron a los indígenas como un “puñado de payasos ignorantes”.
Sólo como otra prueba de que la relación entre ambas partes no ha ido por los carriles deseados, una mujer de la comunidad Cree en Alberta demandó a la RPMC por 450.000 dólares, por los daños físicos que sufrió en lo que la propia justicia calificó de “detención arbitraria”.
Por último, la inclusión de personas provenientes de las comunidades culturales, entre las que se cuentan los inmigrantes, es otro de los puntos pendientes de realización en la propuesta de modernización y puesta al día de la Policía Montada.

El gobierno instauró a Lucki con la intención de un cambio de orientación en la fuerza. THE CANADIAN PRESS/Michael Bell
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