Las comunidades donde el agua ha sido abundante no son inmunes a las crisis del agua a medida que el clima cambia
«Las estimaciones en este momento son que alrededor del 80% del hielo habrá desaparecido para el 2100».
– Shawn Marshall, experto en glaciares en el departamento de geografía de la Universidad de Calgary
Tras tres años de sequía, Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, podría convertirse en la primera ciudad importante del mundo en quedarse sin agua. A medida que continúa la cuenta atrás para el «Día Cero» en Sudáfrica, científicos canadienses advierten que algunas comunidades aquí podrían enfrentar su propia crisis de agua en un futuro no muy lejano.
Inicialmente se esperaba que el Día Cero de Ciudad del Cabo, cuando la ciudad se verá obligada a cerrar los grifos y racionar el agua a sus cuatro millones de ciudadanos, llegara en abril. Los esfuerzos desplegados para la conservación del agua han impulsado la fecha hasta fines de agosto, pero el día en que los grifos se sequen llegará, a menos que la región tenga precipitaciones serias.
El riesgo que los cambiantes patrones climáticos plantean al suministro de agua es una de las razones por las que el investigador canadiense John Pomeroy, especialista de la Cátedra de Investigación de Canadá en Recursos Hídricos y Cambio Climático, desafía las frías temperaturas invernales para escalar una torre de observación de metal a la sombra de la Montaña Fortaleza de Alberta.
Pomeroy y un equipo de investigadores utilizan equipos colocados a 2.000 metros sobre el nivel del mar en las Montañas Rocosas de Alberta para medir la nevada y el clima en el país. Los patrones de precipitación han estado cambiando junto con el clima general en esta cordillera, dice.
«Hemos estado recibiendo lluvia incluso en el invierno», le señala al radiodifusor público CBC.
Pomeroy ha estado estudiando el manto de nieve en esta área durante casi 15 años en un intento de predecir inundaciones y sequías antes de que ocurran.
Señala que la nieve en las Montañas Rocosas proporciona de todo, desde agua potable hasta irrigación para decenas de millones de personas en América del Norte.
«El agua de esta cordillera fluye hacia el Océano Ártico y el Pacífico y el Atlántico, por lo que lo que sucede aquí es importante para todo el continente».
Es una cruda realidad que en un país conocido por su abundancia de agua dulce, los científicos climáticos están viendo cambios en la forma en que fluye nuestra agua. Y es un problema, en términos de proporcionar agua a las personas durante todo el año.
El año pasado hubo una cantidad récord de nieve en la región de Fortress Mountain, pero Pomeroy dice que él y su equipo de investigación se sorprendieron cuando toda la nieve no alcanzó para evitar una sequía en la parte sur de las provincias de las praderas.
Para el científico, un clima cálido significa que la capa de nieve de la montaña se está derritiendo más rápido y antes. Como resultado, el agua se mueve a través de las cuencas de los ríos más rápido que en el pasado y los deja sedientos para el final del verano.
Es una situación que, si se prolonga, podría llevar al tipo de escasez de agua que se ve en Ciudad del Cabo y en partes de California en los últimos años.
«Ese tipo de escasez extrema de agua no ha sucedido aquí, pero no es imposible que pueda suceder», dice, señalando que la escasez que enfrenta hoy Ciudad del Cabo fue una vez inimaginable.
Agotamiento del recurso de los glaciares
Los glaciares también son una parte importante de la ecuación, y el retroceso de las capas de hielo está afectando los ciclos anuales del agua en el oeste.
En el pasado, el derretimiento de los glaciares habría ayudado a compensar la escasez que surgió durante los años secos en las praderas, logrando que la árida región atravesara los días difíciles del verano.
Pero el cambio climático significa que este banco de agua extra de los glaciares se ha gastado en su mayoría, y el equilibrio se está reduciendo rápidamente.
Shawn Marshall, que estudia glaciares en el departamento de geografía de la Universidad de Calgary, le dijo a CBC que los gigantes glaciares del pasado están desapareciendo rápidamente. «Las estimaciones en este momento son que alrededor del 80% del hielo habrá desaparecido para el 2100».
Marshall dice que a medida que la población crece y el clima continúa calentándose en las praderas de Canadá, los problemas están fermentando. Es probable que la escasez de agua ocurra cuando una sequía de varios años llegue al oeste de Canadá.
Y eso es algo que quizás ya esté en marcha, según Marshall.
«Pudo haber comenzado el año pasado, de hecho. Tuvimos el comienzo de una sequía el año pasado, y solo es cuestión de si tenemos algunos veranos más seguidos de esa manera».
Es un escenario que está lejos de ser hipotético en la ciudad de Milk River, en la provincia de Alberta, que depende del afluente del mismo nombre para su riego y agua potable.
Las cabeceras del Río Milk, que proporciona agua a unas 1.600 personas en la parte sur de la provincia, se encuentran en el Parque Nacional Glacier de Montana.
Pero como los glaciares en su mayoría desaparecieron, las comunidades alrededor del río Milk son particularmente vulnerables a la sequía, sin importar la cantidad de nieve y lluvia que caiga en la zona.
En 2001, al final de un verano particularmente caluroso y polvoriento, el río Milk realmente se estaba secando. Según Tim Romanow, director ejecutivo de Milk River Watershed Council Canada, eso podría volver a suceder.
«Nadie se está preparando para una sequía dentro de tres a cinco años», algo que Romanow dice que es probable que suceda más temprano que tarde.
Solo el año pasado, se les dijo a los granjeros de la zona que dejaran de irrigar sus cultivos después del 3 de agosto, una medida que les costó a los productores hasta 1 millón de dólares.
A Romanow le preocupa que a pesar de la fuerte nevada en la zona este invierno, otro verano seco pudiera estar en camino. Él dice que el resto de Canadá debería prestar atención, porque el cambio climático significa que los modelos climáticos tradicionales ya no se aplican.
«Somos los canarios en la mina de carbón, porque ya teníamos una seguridad hídrica muy precaria».
En las Montañas Rocosas, Pomeroy quita la nieve de un instrumento enterrado bajo medio metro de nieve. En medio de toda esta nevada, es difícil creer que esta parte del mundo realmente tenga menos precipitación anual que Ciudad del Cabo.
Pomeroy dice que ese hecho hace que sea aún más importante comenzar a prepararse para la futura escasez de agua en Canadá.
«Creo que Ciudad del Cabo es un evento terrible para esa ciudad y para África, pero puede ser una llamada de atención para el resto del mundo desarrollado que podemos tener una grave escasez de agua».
Pomeroy espera que la experiencia de Ciudad del Cabo impulse a los canadienses a hacer más para prepararse para una sequía extrema, que incluya la reducción del uso del agua y el aumento de la capacidad de almacenamiento para llevarla mejor a las comunidades durante los años secos.
«Necesitamos administrar nuestra agua mucho más cuidadosamente y estar preparados para estas sequías cuando golpean».
Hasta entonces, Pomeroy y su equipo seguirán observando y midiendo la nieve aquí, esperando lo inevitable, el día en que sin importar cuánto nieva, no será suficiente.
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