Este pasado domingo, en la localidad de Bayswater Beach, se llevó a cabo un acto de conmemoración y homenaje a las víctimas del vuelo 111 de Swissair de Nueva York a Ginebra que se estrelló en las aguas de Nueva Escocia la noche del 2 de septiembre de 1998.
Todos los pasajeros y los miembros de la tripulación, unas 229 personas en total, fallecieron en la tragedia aérea ocurrida hace 20 años en aguas del Atlántico canadiense.
Durante el servicio en el Swissair Memorial Site en Bayswater, N.S., el reverendo Louis Quennelle de la Parroquia Anglicana de Blandford dijo a los asistentes a la ceremonia que aunque los eventos de esa noche fueron trágicos, ellos ayudaron a crear vínculos de amistad entre personas y comunidades.
De las 229 personas que murieron, 14 eran tripulantes y el resto eran pasajeros, la mayoría de ellos suizos, franceses o estadounidenses. Entre ellos figuraban Jonathan Mann, notable investigador del SIDA, Pierce Gerety del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, Yves De Roussan, asesor de UNICEF, e Ingrid Acevedo, directora de relaciones públicas de UNICEF.
Unas 2,800 personas participaron en las tareas de la recuperación, incluyendo unos 200 buzos que descendieron hasta los 55 metros de profundidad en las aguas, recuperando restos humanos y partes de la aeronave.
El desastre, que comenzó con un incendio eléctrico que se propagó a través de la cabina, causando un fallo catastrófico en la aeronave, eventualmente condujo a la mejora de las medidas de seguridad en los aviones, entre las que se incluyen el que materiales inflamables ya no sean utilizados en las aeronaves.
Tras el accidente de Swissair, se han registrado varios casos de Trastorno de Estrés Postraumático entre las personas que se encargaron de las tareas de auxilio y recuperación de los restos de las víctimas.
Claire Mortimer, que perdió a su padre y madrastra en el accidente, dijo que escuchó hablar de al menos dos suicidios de personas involucradas en las tareas de recuperación, destacando que si bien el dolor de su pérdida ha sido en gran parte aliviado, algunas de las personas que ayudaron a recuperar los cuerpos de las víctimas todavía pueden estar lidiando con las consecuencias psicológicas de haber cumplido con la macabra tarea de recuperar los cadáveres de las víctimas del accidente.
«Es una tragedia, como el accidente de avión fue una tragedia», dijo Mortimer, refiriéndose a uno de los hombres que se suicidó. «Considero que gente como (el hombre) que se quitó la vida como consecuencia de su participación en el sitio de la tragedia de Swissair, es una víctima del accidente, igual que mi padre. Esta gente tiene que ser identificada y se le debe prestar cuidado.»
Claire Mortimer, quien es una enfermera practicante que se especializa en terapia postraumática para el trastorno de estrés, dijo que espera ponerse en contacto con las primeras personas que prestaron auxilio en el lugar del accidente, así como con cualquier otra persona de la comunidad que pueda haber sido afectada, para ayudarle a tener acceso a la ayuda y los recursos que necesite.
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