Al tiempo que cientos de integrantes de la comunidad judía en la ciudad estadounidense de Pittsburgh comenzaron a enterrar a sus muertos, el presidente Donald Trump se topó con cientos de manifestantes, cuando se disponía a homenajear a las víctimas de una reciente balacera en esa localidad.
Miles de personas colmaron las instalaciones de una sinagoga, al tiempo que otra ceremonia se llevaba a cabo en un sitio no revelado, durante una semana de funerales para los muertos que dejó el ataque antisemita más grave en la historia de Estados Unidos.
Tras llegar a la ciudad, el mandatario se encontró con una multitud que lo recibió con gritos y carteles en los que se podían leer leyendas como “es su culpa”, reprochándole a Trump el lenguaje belicoso que suele utilizar en sus expresiones públicas.
Trump y su esposa arribaron a Pittsburgh para manifestar su apoyo a los familiares de las víctimas del ataque. La pareja encendió velas en la sinagoga que fue escenario de los hechos y depositaron una ofrenda floral en el frente del edificio.
Más tarde, ambos visitaron el hospital en el que se encuentran algunos de los heridos.
Una número importante de manifestantes se dieron cita en la sede religiosa y en el nosocomio, donde la mayoría de los asistentes manifestó su convencimiento de que el tono violento que el presidente utiliza frecuentemente, para referirse a diversos asuntos y sectores de la sociedad, sirve como combustible para actos de odio como el de la balacera, que tuvo como blanco a fieles de la religión judía que se hallaban en el templo “Tree of life” (Árbol de la vida), asistiendo a una ceremonia religiosa.
“Él no apretó el gatillo, pero su verborragia y acciones no ayudan”, dijo un residente del lugar, que se unió a los manifestantes para repudiar la actitud presidencial.
“Mucha gente se siente furiosa. Esto ha generado mucha rabia. Pero yo estoy tan abrumado por la tristeza en este momento, que ni siquiera puedo estar enojado”, sostuvo uno de los presente en los homenajes.
El alcalde de Pittsburgh, Bill Peduto, demócrata, había solicitado a Trump que no se hiciera presente en la ciudad mientras se llevan a cabo las exequias de los muertos en la balacera. Tanto el mandatario municipal como el gobernador del estado, Tom Wolf, se manifestaron en contra del viaje de Trump.
El ataque, ocurrido el sábado último en una sinagoga de Pittsburgh, Pensilvania, dejó un saldo de 11 personas muertas. El agresor, Robert Bower, de 46 años de edad, fue detenido y podría ser condenado a la pena de muerte por el crimen cometido.
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