El 25 de octubre de 1918, el barco Princesa Sofía se hundió en las gélidas aguas del canal Lynn, en Alaska. Esta tragedia marítima, la peor en la costa noroeste del Pacífico, diezmó 10% de la población de Yukón en ese momento.
A bordo del vapor había alrededor de 365 pasajeros, de los cuales, según los historiadores, 200 provenían del Yukón, principalmente de la ciudad de Dawson. Ningún pasajero sobrevivió.
El Princess Sophia era un barco de pasajeros costero construido en acero como parte de la flota de servicio costero del Canadian Pacific Railway (CPR). Junto con el Princesa Adelaide, el Princesa Alice y el Princesa Mary, el Princesa Sofía fue uno de los cuatro barcos similares construidos por RCP durante 1910-1911.
El naufragio del Princesa Sofía es considerado el peor accidente marítimo en la historia de Columbia Británica y Alaska. Las circunstancias del naufragio fueron controvertidas, ya que algunos consideraron que todos a bordo podrían haberse salvado.
Cronología del hundimiento.
El barco de la compañía Canadian Pacific partió de Skagway, Alaska, hacia Vancouver antes de continuar a Victoria, en la provincia de Columbia Británica, en la tarde del 23 de octubre, atrasado de tres horas y con una tormenta que se perfilaba en el horizonte. Los vientos alcanzaron rápidamente los 50 nudos y la nieve soplaba con fuerza. La visibilidad era nula.
Sin equipo moderno de navegación, la tripulación se orientaba haciendo sonar la sirena del barco y luego contando la cantidad de segundos que tomaba el eco para regresar.
Un método que, en tales circunstancias, será fatal, dice David Leverton, director del Museo Marítimo de la Columbia Británica.
El barco se alejó de su trayectoria en una milla náutica y media. Chocó con el arrecife Vanderbilt a gran velocidad, sufriendo muchos daños en la línea de agua.
-David Leverton, Director, Museo Marítimo de la Columbia Británica
El barco se inmovilizó prácticamente de golpe en plena noche en lo alto del arrecife, quedándose como bien instalado. El capitán, Leonard Locke, pensó que era más seguro dejar a los pasajeros a bordo, a la espera de que mejoraran las condiciones lo que permitiría a los barcos de socorro acercarse de manera segura al arrecife.
El Sofía, calentado e iluminado, permanecerá en su lugar durante 40 horas, pero entretanto la quilla se hundió mientras se balanceaba sobre la roca al ritmo de las olas violentas. Al final del día, el 25 de octubre, el capitán lanzó un SOS por radio, pero la tormenta impidió que otros barcos se acercaran.
En la mañana del 26 de octubre, cuando llegaron los botes de rescate, todo lo que quedó fue el mástil sobre las olas.
Una tragedia prácticamente olvidada.
Si el hundimiento sigue siendo hasta el día de hoy el accidente más mortal de las aguas del noroeste del Pacífico, su historia permanece desconocida. Esto se debe al contexto histórico, según Ken Coates, un historiador y autor de un libro sobre la tragedia.
«Gran parte de esto debe atribuirse al hecho de que el Princesa Sofía se hundió a fines de octubre de 1918, a que llevó tiempo encontrar los cuerpos, traerlos de vuelta a Juneau y organizar el transporte a Vancouver” dice el historiador. «El barco que transportaba los cadáveres, el Princesa Alice, llamado el barco de la tristeza, llegó al puerto de Vancouver el 11 de noviembre. Vancouver estaba viviendo una de sus celebraciones más grandes de la historia: el armisticio, la guerra había terminado, todo el mundo festejaba aparte de los miembros de la familia que habían venido a recuperar los cuerpos de sus seres queridos. »
Además, este naufragio fue tanto una tragedia canadiense, por sus pasajeros y la bandera de la embarcación, como estadounidense, porque la embarcación se había hundido en las aguas de Alaska. En el sur de Canadá o en los Estados Unidos, esta historia fue percibida como algo distante, dice Ken Coates.
El Yukón destruido económica y socialmente
Muchos consideran que esta tragedia es el peor desastre marino en el Pacífico Noroeste. Entre otros, hubo que lamentar la pérdida de soldados, familias y figuras prominentes de estas comunidades.
Antes del accidente del Princesa Sophia, la venta de una mina de Yukón en el sur por $ 20 millones estaba en marcha, lo que se pensaba, iba a revitalizar la industria minera del territorio. Sin embargo, el propietario de la mina y varios de los ingenieros que aprobaron la transacción se encontraban entre los pasajeros del Sophia. La venta nunca se concluyó.
La desaparición de la mayoría de las tripulaciones y empleados de los barcos resultó en una pérdida significativa de pericias y experiencias laborales; esto, a su vez, interrumpe el transporte y las conexiones entre las comunidades del río Yukón. También debe recordarse que el Yukón ha dedicado una gran cantidad de recursos al esfuerzo de guerra: de hecho, en todo el país, Whitehorse y Dawson tienen la mayor inversión per cápita en la Primera Guerra Mundial.
Y no fue sino hasta la Segunda Guerra Mundial que el Yukón comenzó a recuperarse del desastre. La estrecha conexión que tuvo con Alaska, por su parte, nunca se restaura por completo.
Según el autor del territorio del Yukón, John Firth, que está escribiendo un nuevo libro sobre el trágico suceso, el impacto del hundimiento en el territorio no debe ser subestimado.
El impacto a largo plazo en el Yukón ha sido significativo. Entre la gripe española, la Primera Guerra Mundial y el Sofía, casi un tercio de la población ha desaparecido en tres o cuatro años y, por supuesto, la gripe española ha continuado […] Por lo tanto, el impacto en el desarrollo y el crecimiento del lejano norte fue importante, ya que el Yukón estuvo poco poblado durante mucho tiempo, hasta el punto en que hay pocos registros históricos de este período.
-John Firth, autor
Para David Leverton, el centenario es la oportunidad perfecta para poner el hundimiento a la vanguardia y dar a conocer el episodio.
«Creo que con la conmemoración del centésimo aniversario, más personas descubrirán esta historia, la comprenderán y apreciarán a la gente, a la tripulación, a las familias de todos aquellos que han sido afectados por esta tragedia para que sean recordados con respeto. Es lo más importante para esta historia. «.
Cien años después
A principios del reciente mes octubre, en Skagway, Alaska, un comité rindió homenaje a las víctimas de la tragedia al inaugurar un nuevo monumento. En esta ocasión, se leyeron los nombres de las 360 víctimas conocidas.
Entre los invitados se encontraba Ralph Zaccarelli, nieto de John Zaccarelli, una de las víctimas. Su abuelo se encontró a bordo después de dejar su lugar en otro barco para que una familia viajara junta. Su abuela se volvió a casar en Dawson City con un hombre que había perdido a su esposa e hijos en el Princesa Sofía.
“A una edad temprana, realmente no te das cuenta y, a medida que envejeces, entiendes la historia y lo que realmente sucedió. Existe la tristeza de nunca haber podido conocerlo o hablar con él. Es como un eslabón perdido en el árbol genealógico, pero mi papá y mi abuela me hablaron de él. Entonces, aprendí cosas de ellos”.
-Ralph Zaccarelli, descendiente de una víctima.
Para Tina Cyr, residente de Skagway, la conmemoración también fue significativa. Se suponía que su abuela, Marie-Ange Beaudin, estaba en el Princesa Sofía, pero como no podía hablar inglés, nunca logró comprar su boleto en Whitehorse. Antoine Cyr, que hablaba francés y trataba de ayudarla, la convenció de quedarse y casarse con él.
«Es realmente triste pensar en todas estas familias y en cuántas personas nunca pudieron hablar sobre su historia». Debe haber muchas personas que no saben lo qué pasó con sus seres queridos. Hubo muchos pasajeros que no fueron identificados. »
Aprendiendo del pasado
Según David Leverton, del Museo Marítimo de Columbia Británica, este período de la historia es particularmente importante en momentos de la apertura del Paso del Noroeste.
«Hay muchas lecciones que aprender de esta historia. Obviamente, el hecho de que se instaló un faro en el Arrecife Vanderbilt para garantizar que tal accidente no vuelva a ocurrir es maravilloso porque podría haber habido otros accidentes. Desafortunadamente, se perdieron vidas, pero si esta historia ha logrado mejorar la seguridad de las aguas navegables, ya es algo. »
Claudiane Samson -Jane Sponagle/Radio Canadá/CBC/Museum BC/RCI
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